miércoles, 18 de junio de 2014

cuatro mujeres, cuatro caminos para descubrirse



Norma Escoto 



«La Esencia Femenina encierra el conocimiento intuitivo, la fuerza interior y el principio de vida que se irradia al mundo a través del misterio, la ensoñación, el abismo, el movimiento, la transformación,  la concordia, la belleza, la armonía, el fuego, la energía, el ritmo, la fortaleza o la quietud, cuya imagen culmen es la mujer, encarnación  gloriosa del principio femenino que habita  en la profundidad de su alma.  Por tanto serán  sus creaciones y sus frutos, manifestación pura de su naturaleza,  los que hablarán, difundirán y esparcirán  el sentido profundo del principio que en sí misma representa.

La peculiar naturaleza cíclica de lo femenino y la potestad  de conjugar dentro de sí aspectos tan contradictorios de la existencia, como la vida y la muerte, la fuerza y la ternura, la quietud y el vértigo o el goce y el tormento, han llevado a señalar muchas veces a la mujer  como un ser imprevisible y de gran complejidad. Ciertamente resulta bastante complicado acercarse al particular sentido y a la orientación propias de su temperamento, pues no hay que olvidar, que éste se encuentra estrictamente marcado por ese especial atributo que  le permite armonizar dentro de sí, la estática y permanente solidez de la tierra con la periodicidad rítmica y oscilante de la luna.»

 Sobre mi Obra:
   
«Los paisajes marinos o los fluviales recreados en entornos de bosque o de selva donde abunda la vegetación, nos conectan al Agua como  principio femenino-maternal por excelencia, a la sustancia primigenia o líquido uterino del que emana la vida. El Agua, realidad cósmica  desde el principio de la humanidad,  fue la fuente de los mitos de origen de todas las grandes culturas. Un ejemplo de ello lo tenemos en el Popol-Vuh,  libro sagrado de los Mayas que  lo describe de la forma siguiente: “todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; callada y vacía la extensión del cielo……no había nada que estuviera en pie, solo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo.”

Los entornos húmedos fueron desde la antigüedad evocadores indiscutibles del principio creador   femenino pues conectan a los hombres  con la cavidad oscura y profunda del vientre materno, ese venerado lugar donde dormitan las semillas y se produce la germinación  de todo cuanto  florece en la tierra.

Por  sus  efectos  purificadores y de regeneración,  las aguas se convirtieron desde la antigüedad en un elemento imprescindible en los rituales religiosos, siendo habitual  que aquellos caudales que albergaban gran concentración del  líquido fertilizador  alcanzaran en muchas culturas como la de la India, Egipto o las de América pre-colombina, la categoría de ser reconocidos como “lugares sagrados”.

Posiblemente en un lugar recóndito del alma permanezca la añoranza de volver a conectar con esos lugares otrora sagrados y desde allí aparezca la  necesidad de visionarlos y recrearlos en su esencia pura, despojándolos del cruel e indiscriminado manoseo al que la “civilización” les ha  sometido. Recuperar en la imaginación el insondable misterio de sus aguas es lo que ha dado sentido a mis obras.”»




Marisol Caldito




«Es una tarea ardua acceder al significado de la esencia femenina, tanto como penetrar en la esencia de la persona.
 
No existe un único modelo de mujer. La femineidad como concepto alude a características biológicas y también aprendidas. A valores y conductas que  moldeados por cada cultura particular, difuminan los límites de la noción de  mujer.

Para mirarme como mujer, de manera coherente, me voy a instalar en algo común a todas, en lo biológico, en lo maternal como vínculo. Eso me ayuda a sumergirme en mi lado femenino sin sentir que fragmento a la persona.

Pero además encuentro que la maternidad y la creatividad fueron, en mí, metáforas la una de la otra. Puedo hablar de ambas con las mismas palabras: mirar con nuevos ojos, sentirme plena y receptiva, percibir desde la intuición, dejarme impregnar por la vida, conmoverme con el fluir de lo desconocido o asombrarme cuando sale a la luz el fruto de lo creado.

Cada nuevo ser humano reinventa el mundo construyendo su propia realidad. De igual manera, en cada obra creativa el mundo se transforma, se recrea ofreciendo la versión singular de cada artista.

Se dice de lo femenino que es el polo opuesto de lo masculino. A mí me gusta más complementario, porque veo algo de inconcluso en la parcelación, en la separación, en las polaridades aisladas. Más allá de la polaridad hay un movimiento constante de lo uno hacia lo otro, una tendencia a la unidad que abarca todo.

Si observamos globalmente los arquetipos de las diosas, a través de los tiempos y las culturas, podemos ver que se nos reconoce en la abundancia y la diversidad. Si cada deidad por separado nos limita, el conjunto nos abre todos los caminos y las puertas.

Transité por la vida siendo muchas veces fuego, la maternidad y el arte me dieron a conocer la tierra y el agua, ahora quiero ser viento y volar.


Sobre mi obra:

Desde mi lado femenino brotó una serie de pinturas: las Diosas. Mi particular homenaje a la mujer que, enraizado en lo primigenio y telúrico, creció bebiendo en las distintas fuentes de las culturas y los tiempos hasta llegar a la diosa doméstica. Una Hestia postmoderna que invoca lo transcendente a través, y a pesar, de lo cotidiano.

Mi obra es narrativa, habla de la naturaleza. La del entorno y la del ser humano. De los cuatro elementos básicos que la componen: tierra, fuego, agua y aire, que convertidos en símbolos, mágicos o no, poseen un cierto poder;  la transmisión de conocimiento.

De naturaleza femenina nos habla también el fluido coloreado con el que pintamos. Cual líquido amniótico nutricio, acepta nuestras visiones y, de manera flexible y acogedora, las mece mientras van creciendo ante nuestros ojos y manos, sobre la tela o el papel. Hay algo enigmático y creador en esa forma de expandirse sobre el plano, algo que escapa al control de la voluntad y la razón, una secreta animación de energía que susurra con voz propia.»




Almudena Arenado





  «A mi modo de ver, la Esencia femenina, es la impronta permanente que determina la identidad de la mujer, es la niña que llevamos dentro que se hace presente cuando le damos permiso, y nos acompaña sabiamente en el camino de los ciclos naturales de la vida, que a veces aparece con sutileza y gran intuición, y a veces con desgarro y confusión.

Es el resultado de la vibración  de todas las facetas de la mujer: madre, hija, esposa, profesional,…con la energía y la sabiduría de hilar redes invisibles que construyen todo su alrededor como entiende, sueña y desea de la realidad, dejando paso al nacimiento de la constante creatividad.

La esencia femenina es capaz de celebrar la vida siempre, pese a lo que toca vivir, a las desavenencias y dificultades, ya que la inteligencia emocional que lo femenino posee es transformadora y llena de fuerza y sensualidad, cualidades importantes que dejan pasar la belleza que llena cualquier vacío.

En mi obra me gustaría reflejar la esencia femenina como la protagonista invisible o presente en todos los cuadros, de manera que siempre le de forma plástica a la presencia. El cuerpo femenino tratado con la acuarela es mi forma de plasmar la delicadeza y rotundidez de la mujer, El sello o impronta  de lo femenino en cada tema, es un acto de valoración y alabanza con el color hacia lo que considero bello en el arte.»



Araceli Moreno





«El tema de las "Rosas" escogido por mí se ha identificado siempre con el de  la "Esencia Femenina".

Ya desde la antigüedad, las rosas fueron un símbolo supremo de la belleza emparejado con la esencia Femenina.

Las rosas han tenido un lugar especial en todas las culturas y han formado  parte de la ornamentación sagrada en los altares de las diosas supremas como Isis en Egipto, Ishtar en Sumeria, Afrodita en Grecia o Venus en Roma.

Rosas había en las sienes de las desposadas y rosas había también en la negra cabellera de Salomé cuando bailaba ante Herodes.

Hoy la rosa conserva su trono con firmeza, en el cristianismo se la ha identificado con la Virgen María y en la actualidad está unida a la maternidad.

La rosa conforma la aristocracia en el vasto y perfumado pueblo de las flores.

Constituyen su real familia como las princesas de un reino colmado de sutiles y primorosas calidades estéticas.

La esencia femenina se identifica con el amor, con el alma sensible, con la belleza, con la gracia, la sutileza, la magia y la inspiración.

La rosa es para mí el medio con el que transmito al mundo la belleza, la fragilidad, la fuerza y la perseverancia presentes en la Esencia Femenina.»












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